domingo, 25 de noviembre de 2012

Cuando el silencio es el mejor consejo

Todos necesitamos contar a alguien como nos sentimos en un momento concreto, ya sea por momentos de felicidad, de tristeza ,de preocupación...etc. Hoy me voy a centrar en esos momentos donde necesitamos de una persona que nos de la solución para salir de una situación de malestar,preocupación,tristeza...etc. Antes de profundizar en el tema me gustaría plantear una pregunta ¿Sabemos dar con la persona adecuada para expresar nuestras emociones?. La experiencia me dice que no todo el mundo sabe escuchar o directamente ni se presta a oírte  Aún habiendo personas que pone toda su buena voluntad en prestarte su valioso tiempo, en muchas ocasiones y sin ser consciente de ello empeora la situación por no saber empatizar contigo.Para que se comprenda mejor, expondré un ejemplo donde se pone de manifiesto lo expuesto anteriormente y creo que os sentiréis identificados/as.


La joven que lleva bastante tiempo con su pareja y tras pasar la primera fase de su relación, esa fase donde todo funciona de maravilla, llega a la segunda fase  donde empiezan a producirse los primeros altibajos con sus respectivas discusiones y sus consecuencias. En una de esas discusiones, la joven necesita desahogarse con alguien y decide quedar con su mejor amiga para tomar un café y contarle como se siente y el por qué de ese malestar.  Al cabo de media hora la chica termina de contarle con todos los detalles su situación a lo que su amiga responde con un simple " no te rayes que no merece la pena".  Esta simple frase tiene unas connotaciones muy negativas porque la persona que recibe ese mensaje interioriza que no tiene el derecho a sentirse mal por ese motivo, lo que hace agravar ese malestar emocional al reprimir esa emoción. Es muy importante comprender que las emociones no son como canales de televisión que se pueden cambiar con un mando a distancia a nuestro antojo, lo que si  tenemos la gran fortuna , no sin un aprendizaje previo ,es controlar la medida en que esas emociones nos afectan. Es decir una vez siento la emoción de tristeza puedo controlar el grado de impacto que puede llegar a tener en mi dicha emoción. En el ejemplo anterior lo que le sucedía a la chica hay dos formas de interpretar o actuar:
Una primera es dejarse llevar por esa emoción negativa que es la tristeza y plantearse preguntas contaminantes del tipo ¿Por qué tengo que estar pasándolo mal? o una segunda interpretación que es la de reconocer y aceptar esa emoción y permitirte el derecho a pasarlo mal porque aunque para otra persona no es motivo para estar mal para ti si lo es. Una vez hecho ese cambio de perspectiva es cuestión de tiempo de que se llegue al estado emocional óptimo.

En definitiva tanto si eres la persona que lo está pasándo mal recuerda que primero identifica la emoción, luego acéptala y por último permítete el derecho a experimentarla y si por el contrario eres la persona a la que te piden que escuches recuerda que si no sabes que decir el mejor consejo es el silencio.

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